Ese 5%

PublicoLa pasada semana estuve compartiendo evento y risas con Ami Bondía en Valencia. Como sabía que ella había visto a Robert Kiyosaki en una intervención que tuvo en Barcelona semanas antes, tenía curiosidad por conocer su opinión.

Las ideas de Kiyosaki nunca me han convencido demasiado pero quería que alguien de confianza me dijese como era en «vivo».

Lo que más me llamó la atención de lo que interpreté de las palabras de Ami es que el mensaje de este personaje es brutalmente directo y no trata de gustar a todo el mundo sino a aquellos que están más «entregados» a su causa.

El caso es que esa visión me dejó pensativo porque llevo algún tiempo reflexionando sobre esa tendencia o, más bien tentación tan dospuntocero, de adaptar tu mensaje para contentar a todo el mundo… o para que no te monten un escándalo en las redes.

Quizás porque llevo una temporada de mucha actividad impartiendo conferencias y talleres, soy más sensible a las diferentes reacciones de la gente que me escucha a mi y a otros ponentes si son actos compartidos.

Mi conclusión refuerza lo que he dicho aquí en alguna ocasión. Cuando compartes una idea se producen tres tipos de reacciones que podrían ajustarse a una Campana de Gauss. Una minoría que la rechaza. Una mayoría de gente que considera que hay algo interesante pero que no va a hacer nada para aplicarlo. Y otra minoría que la acepta, aplica, defiende y desarrolla.

Cuando me dirijo a grupos más numerosos, de más de cien personas, por regla general percibo que hay un pequeño grupo de 3-7 personas que ya están haciendo algunas o muchas de las cosas que explico. Además suelen ser los que se acercan a hablar contigo en los descansos y los que te escriben posteriormente para hacerte algún comentario. Cada vez que ocurre esto se refuerza mi idea de buscar y centrarme en ese 5%.

Evidentemente esto depende del tipo de evento en el que intervenga. Si se trata de algo relacionado con emprendedores, la cifra aumenta. Si es un entorno universitario o de escuelas de negocios, tiende a cero.

Creo que lo dospuntocero nos ha hecho caer en la trampa de los grandes números. Nos hemos acabado convenciendo que gracias a Internet «podemos llegar a todo el mundo». Que como Facebook tiene casi 2.000 millones de usuarios, sólo hay que lanzar la red (social) y esperar a que se llene. Y nada de eso es cierto.

Tras una pantalla tienes la sensación de que eres el centro del mundo porque te dan algunos «me gusta» y acumulas unos cuantos seguidores, pero estás tan solo como siempre. O quizás todavía más aislado porque estás sustituyendo las relaciones reales por otras «irreales».

No estoy diciendo que no haya relaciones «verdaderas» en Internet. Todos tenemos amigos «de verdad» con los que nos relacionamos en Redes Sociales, pero tengo la sensación que si vemos el porcentaje de esos vínculos auténticos frente a los contactos totales en LinkedIn, Facebook o Twitter saldría una cifra cercana al 5% o menor.

Además se produce un efecto perverso.


Como enseguida nos damos cuenta que nuestra audiencia está compuesta por gente de todo tipo, tendemos a suavizar el mensaje, a adaptar las ideas y el lenguaje para contentar a todos (y algunos también al dios SEO). Limamos las aristas, adulteramos las propuestas inicialmente radicales y rompedoras para que nadie «salga herido». Porque ya sabemos que, en dospuntocerolandia, todo lo que digas podrá ser utilizado en tu contra.

Un síntoma de todo esto es el Funnel o Embudo de Conversión, ese concepto que entusiasma a los profesionales del Marketing Digital. Lo que dice es que, sólo un porcentaje ridículo de gente a la que llegas va a «comprarte», por lo tanto la clave está en meter al mayor número de personas por el lado gordo del embudo. Y eso nos está llevando a que gran parte de la información que circula por Internet está centrada en conseguir llamar la atracción a cualquier precio, conseguir grandes números. Nos lleva a utilizar las peores prácticas de las grandes corporaciones.

¿Funciona este sistema? Pues supongo que sí, pero mi forma de pensar me lleva en otra dirección.

Creo que no merece la pena dedicar tanto esfuerzo dirigiéndote al 100% utilizando canales masivos con el riesgo de pérdida de autenticidad, de privacidad o de aumentar la exposición a ataques que cada día son más frecuentes. Además de efectos colaterales como el de esa obligación de corresponder a los «me gusta», corazoncitos de Instagram o hacer RTs en Twitter a comunidades cada vez más gigantescas. La inversión de tiempo y energía tiende a infinito si quieres mantenerte en el candelero.

Cuando parece que todo el mundo empieza a obsesionarse por atraer cifras enormes de visitas, es el momento de encontrar otras formas de llegar a ese 5% de un modo más artesanal y humano y no mediante filtros masivos industrializados aunque los denominen «sociales». Lo dospuntocero cada día se parece más a las refinerías que conocí en mis años en el sector petrolífero en las que se destilaban millones de barriles de crudo para sacar un producto final escaso y valioso y generando muchos residuos por el camino.

Hay un modelo de negocio basado en generar ingresos alimentando esta maquinaria dospuntocero. Incluso hay quienes prometen riquezas infinitas casi sin esfuerzo si lo manejas bien. Pero el resto utilizamos La Red para ser localizables, no omnipresentes. Para dar algo valioso, no para mantener conversaciones intrascendentes. Porque nuestros ingresos vienen de aportar valor, de ofrecer soluciones y no de meter grandes números en un embudo.

Probablemente me equivoque (como en muchas otras ocasiones), pero creo que vuelve a ser una buena idea encontrar el modo de llegar a ese público que realmente aprecia lo que haces. Hay que seguir comunicando, si, pero en lugar de desviar recursos para competir por volumen, sería más adecuado invertirlos en mejorar la «oferta», calidad, servicio, valor, valores y conexión emocional.

Empieza a ser urgente localizar y conectar con aquellos que están alineados con tu propuesta en lugar de eliminar aspectos valiosos para no ofender a quienes no saben de lo que hablas pero opinan de todo. Yo, desde luego, no estoy dispuesto a pasar ni a hacer pasar a nadie por el embudo.

La Marca Personal trata de conseguir transmitir algo diferente, valioso, emocionante, auténtico y no de convertirte en una persona «a granel» que sacrifica su identidad por conseguir volumen.

Me gustan muy pocas ideas de Kiyosaki pero tengo que reconocer que estoy de acuerdo con su política de dirigirse a quienes conectan con sus propuestas. Sé que esto sólo es posible si te lo puedes permitir, pero precisamente el objetivo de una Marca Personal es que cada día vaya aumentando tu capacidad de elección para poder centrarte en ESE 5%.

Y con esto lo dejo unos días. Semana Santa es otra de esas épocas en las que es bueno desconectar para reflexionar y estar con la familia.





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