Y ahora ¿qué hago?

EstrategiaUna de las frases que más suelo citar cuando hablo de Branding Personal es que si no gestionas tu Marca Personal, otros lo harán por ti. Vamos, que si no te preocupas de gestionar tu propio proyecto personal o profesional acabarás cayendo en los planes de otro.

Quizás esa es la razón por la que se suele asociar el Branding Personal con los emprendedores, los autónomos y los profesionales independientes. Damos por sentado que ese tipo de profesionales se diferencia de los empleados o los desempleados en que tienen mucho más asumido que son ellos quienes deben decidir lo que deben hacer en lugar de esperar a que otros les den instrucciones o surja una oferta de empleo.

Pero si me sigues, me habrás leído muchas veces que para mi, todos, independientemente de nuestra situación laboral, somos profesionales que vendemos servicios, la diferencia es el número de clientes y la forma en que recibimos el pago por nuestros servicios. Y en el artículo de hoy te diría que hay una más. Me refiero a quién te dice lo que tienes que hacer.

El otro día decía en Twitter que emprender más que convertirte en tu propio jefe es convertirte en tu propio empleado. Pero más allá de la broma (o no), la cuestión es que eso de ser tu quien dé las órdenes, a veces puede ser más una maldición que una ventaja.

Creo que la gran pregunta que nos hacemos muchas veces los que hemos decidido montárnoslo por nuestra cuenta es,

Y ahora ¿qué hago?

Creo que las dificultades cuando decides emprender un proyecto propio no son los recursos o las cuestiones técnicas o materiales. Pronto te das cuenta que, para un profesional «del conocimiento» no suele ser necesario hacer grandes inversiones y en el caso de que lo fuese, podría solucionarse. Los mayores problemas son más personales. Me refiero a la falta de objetivos, de una oferta profesional definida (producto) o, en el caso del artículo de hoy, de un plan de acción.


Últimamente hay una obsesión casi enfermiza por la actitud positiva, por la motivación, por derribar creencias limitantes. Y no digo que no sea importante, pero creo que se está convirtiendo en una especie de onanismo mental (¿pajas mentales?), que tratan de conseguir que te sientas bien pero que no te empujan a la acción.

Creo que la mejor forma de ponerte en marcha es despejar el horizonte, tener claros los pasos que debes dar, ponerte tareas y deberes concretos que puedes realizar desde este momento. Cuando sabes que tienes que hacer algo y cómo debes hacerlo, normalmente desaparecen o se reducen los frenos mentales. Si tienes claro como tienes que actuar, te puedes meter tu actitud por donde te quepa.

Igual que ocurre con piedra, papel, tijera, la acción es más fuerte que la actitud. Lo bueno es que cuando te pones en marcha, desaparecen tus limitaciones mentales o, al menos, te olvidas de ellas. Creo que el error que se está cometiendo actualmente es esperar a hacer algo hasta que un conferenciante motivacional o un libro de autoayuda o cualquier otro método para «ponernos cachondos» mentalmente nos dé el empujoncito. El problema es que si no tenemos claro lo que hay que hacer, un empujón no va a servir de nada.

En estos artículos suelo hablar de cosas que me suceden a mi o a gente con la que me relaciono. En este caso me estoy refiriendo a las situaciones de bloqueo con las que nos enfrentamos quienes vamos «por libre» y suelen ser frecuentes. Lo peor que puedes hacer es tratar de encontrar una solución mental y dedicarte a «comerte el coco». Mi experiencia me dice que lo más eficaz es ponerte en marcha, establecer metas, hitos y tareas para alcanzar tu visión, tu objetivo (que quizás has olvidado) y ponerte en marcha. En ese momento se acaban las penas.

Habrá momentos en los que te encuentres en un agujero del que es complicado salir. En esos casos, y esto es aplicable a cualquier tipo de profesional, lo mejor es sentarte, coger un papel y hacer una lista de acciones que puedes realizar desde ese momento. Verás como se te quita la tontería y quizás te sientas un poco agobiado por lo que tienes por delante, pero esa tensión te hace sentir vivo. Y como decía al principio, en ese momento te das cuenta de que eres tu quien tiene el control en lugar de ser otros quienes diseñan tu Estrategia Personal.

Así que, si estás preocupado, hundido o desilusionado porque no ocurre nada, deja de regodearte en tu situación y empieza a hacer cosas, a realizar acciones que te acerquen, aunque sea muy poquito, a tu objetivo (si quieres controlar tu proyecto personal, se supone que debes tener uno).

Decía Nietzsche que aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los cómos. Yo diría que si tienes un PORQUÉ pero no tienes un CÓMO puedes quedarte paralizado y más hundido todavía y algo todavía peor, acabarás formando parte de los porqués de otros.





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