Rómpelo

EstrategiaEn el artículo anterior hablaba de los plazos para conseguir resultados con una estrategia de Branding Personal. Decía que para dejar una huella memorable puedes necesitar toda una vida pero que empezar a conseguir resultados puede ser cuestión de minutos. Lo importante es empezar. Y en ese arranque suele estar el problema.

Si te pareces a mi, seguramente te entusiasmarás con nuevos proyectos, con planes atractivos o con propuestas estimulantes y cuanto más ambiciosas mejor. El problema es que después del «subidón» debes ponerte en marcha o las cosas no saldrán solas. Y eso si que es jodido.

Podemos hablar de conseguir el puesto de trabajo que sueñas, escribir un libro, ganarte la vida como profesional independiente o posicionarte como un referente en tu campo. Todos esos son objetivos que muchos compraríamos. Sin embargo, a la hora de la verdad, muy pocos se ponen manos a la obra.

Yo he reconocido aquí que soy muy perezoso y que, aunque me entusiasmo con cualquier idea minimamente «chula», luego tardo mucho en ponerme en marcha si es que lo hago. Si he escrito cuatro libros ha sido porque soy muy cabezón y lo que me sobra de pereza lo compenso con disciplina, pero sobre todo porque sabía que había alguien detrás que me daría un toque si no cumplía los plazos.

Así que, si quieres conseguir tu objetivo tendrás que encontrar el modo de hacer más fácil el camino o, de lo contrario no te moverás de tu sitio o algo peor, a medida que pase el tiempo irás perdiendo posiciones.

Como suelo decir aquí, la diferencia entre quienes dejan una Marca Personal potente y los que pasan por la vida sin dejar rastro es 0.0, es una cuestión mental. Hay quienes deciden actuar y otra inmensa mayoría que se dejan llevar y prescinden de sus objetivos y sus sueños porque parecen demasiado lejanos e inalcanzables.

La solución es obvia, de sentido común y está descubierta desde hace mucho tiempo. Simplemente divide el objetivo en etapas, en trozos, en pasos más pequeños. Identifica tu punto de partida, establece una meta ilusionante, traza una línea y divídela en acciones manejables.

Escuchar a un conferenciante motivador que te dice que conseguir trabajar en lo que te gusta o conseguir tus sueños es posible puede ponerte «cachondo/a» durante un rato porque es una meta atractiva y estimulante pero es como ir a ver una película de La jungla de cristal en la que sales con la adrenalina saliéndote por las orejas y deseando entrar en acción, pero se te pasa en un ratillo.


Sin embargo, si ese u otro objetivo que te atraiga, lo deconstruyes y lo divides en pedazos ocurrirán varias cosas. La primera es que tendrás menos pereza para actuar, la segunda que empezarán a ocurrir cosas y la tercera y consecuencia de la anterior, que te animarás y tendrás ganas de subir el siguiente escalón. Quizás no habrás conseguido tu objetivo gordo, pero empezarás a recoger pequeños premios que te indicarán que vas por buen camino, que hay otros caminos o, si no ocurre nada, sabrás que debes hacer ajustes. Pero sólo cuando actúas obtienes información útil, de lo contrario te basarás en suposiciones.

Romper un objetivo en metas menores te ayuda a ser creativo porque encuentras múltiples opciones y caminos para conseguir un resultado. Quizás no tengas tiempo para hacer algo pero puedes compensarlo pidiendo ayuda a las personas adecuadas o quizás carezcas de determinadas experiencias pero podrás compensarlo adquiriendo conocimientos por otras vías.

Centrarse en un superobjetivo puede ser más paralizante que estimulante. Seguro que te encantaría tener un trabajo en el que te dedicases a disfrutar con lo que más te gusta y encima te pagasen mucha pasta por hacerlo. Pero antes de terminar de soñarlo ya lo estás descartando por imposible. Sin embargo, si descompones ese objetivo en sus elementos, podrás ir acercándote. Quizás hagas algo relacionado con lo que te gusta y no te estés forrando o al reves, pero es un primer paso.

Tener un objetivo «gordo» puede ser más deprimente que estimulante porque tendemos a considerarlo inalcanzable. Por eso no me gustan los ejemplos de grandes éxitos, de profesionales que se han convertido en superestrellas (Steve Jobs, Richard Branson,…) o de empresas (Amazon, Google,…). Esos no son ejemplos que te animen a la acción sino a la admiración paralizante.

Yo soy partidario de fijarte en los pequeños o grandes logros de las personas que tenemos cerca. En cada persona con la que hablo encuentro historias de éxito aunque ellas no lo vean así. El problema es que suelen considerarlas como golpes de suerte y no como el resultado de lo que son o de lo que han hecho.

Lo que te propongo es que traces un plan, que definas pequeños pasos y, sobre todo, que empieces a moverte. Si tienes más o menos claro tu objetivo (¿Quién tiene un objetivo claro al 100%?) sal esta tarde a un encuentro en el que se reúnan profesionales como tu o coge un papel y haz una lista de tareas o de personas que puedan ayudarte o de mentores o de cosas que te faltan o de cosas que tienes o…. Y a partir de ahí actúa, persiste y mantén los ojos y los oídos abiertos.

Como dijo Lao-Tsé

«Todo lo difícil comienza siempre fácil; todo lo grande comienza siempre pequeño»





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