Hágalo usted mismo

ProductoEn algunos de los últimos artículos, he criticado esa tendencia a descalificar a muchas personas, especialmente a las más jóvenes, diciendo que no están preparadas y que no tienen aptitudes para ocupar un puesto de trabajo.

Parece que hemos pasado de tener la generación más preparada de la historia a descubrir que son unos inútiles. Lo primero siempre me ha parecido incierto, lo segundo es completamente falso.

Supongo que es más cómodo echar la culpa a la coyuntura, criticar al sistema educativo (o algo peor, a los profesores) o a la inutilidad (real) de nuestros políticos para no hacer nada y quedarse con la conciencia tranquila. Pero lo peor de todo es que poco a poco va calando ese mensaje entre los jóvenes y los que no lo son tanto y se acaba aceptando que todo está perdido y que estamos incapacitados para ganarnos la vida con nuestras cualidades. Y eso es FALSO.

El sistema laboral actual transmite la idea de que una persona decide lo que quiere hacer (¿Qué quieres ser de mayor?), se prepara para algo (o no se prepara para nada) y luego debe asumir esa decisión (o no decisión) el resto de su existencia. Se da por descontado que el resto del tiempo, mientras no está estudiando, obteniendo un título o realizando unas prácticas, no existe.

Pues hoy voy a desvelar un secreto.

Resulta que las personas somos capaces de hacer muchas más cosas que las que nos enseñan en una universidad, un instituto, una escuela de negocios o una empresa. Aunque parezca mentira, cada vez que leemos un libro, cuidamos a un familiar enfermo, metemos la pata, practicamos una afición o preparamos una cena para nuestra pareja porque nos gusta (la pareja y la cena), estamos desarrollándonos y aprendiendo algo valioso.

La dificultad es en primer lugar detectar lo que te gusta hacer. En segundo lugar, practicar y aprender todo lo que puedas para destacar haciéndolo. En tercer lugar meterte en la cabeza que, si lo gestionas bien, puede convertirse en tu profesión y ganarte la vida con ello.

La otra opción es seguir sufriendo las consecuencias de decisiones que tomaste (o no tomaste) hace meses, años o décadas y pensar que no sirves para otra cosa.

Precisamente ahora que nos lo están quitando todo es el momento en el que nos podemos sentir más libres para hacer lo que nos gusta y que además resulta que hacemos bien. Ahora eres tu quien puede decir aquello de «¿Ves como eso que me dijiste que debía estudiar no sirve para nada? Pues ahora déjame que haga eso en lo que soy la leche». Y eso se aplica a los 20, a los 30, a los 40, a los 50,…

Tenemos que pasar de comprar un paquete profesional cerrado como hemos hecho hasta ahora a crear nuestra propia profesión. Si ahora se personaliza todo ¿No es lógico que personalicemos algo tan personal como aquello con lo que queremos ganarnos la vida?


El proceso para diseñar una profesión es sencillo y está muy estudiado. Es algo más parecido a Bricomanía que al proyecto Apollo.

Decide lo que quieres hacer

Esto es de perogrullo pero nos han dicho tantas veces a qué debemos dedicarnos o qué tenemos que estudiar para ser hombres y mujeres «de provecho» que se nos olvida. Aquí se trata de pensar en algo tan cursi y manido como identificar tu Pasión, en encontrar aquello con lo que disfrutas tanto que se te pasan las horas. Por experiencia propia y de muchos colegas he comprobado que si eres capaz de dominar esa afición es altamente probable que puedas ganarte la vida con ella.

Lo bueno es que a todos nos gustan varias cosas. Sólo tenemos que descubrirlas y combinarlas (si es posible).

Identifica tu materia prima

Este es el factor más olvidado del proceso. Solemos aceptar que somos lo que dice un Currículo, una trayectoria laboral o un cargo en una tarjeta de visita, pero eso es sólo una etiqueta. Tenemos que ir al trastero y descubrir todas las capacidades, experiencias, habilidades, hábitos y aprendizajes que hemos acumulado durante años o incluso durante el último día. Sí, también durante las últimas horas.

En una jornada normal desempeñamos varios roles (padre, madre, jefe, colega, jugador del equipo de futbito, colaborador en una ONG, desempleado,…) y cada uno de ellos tiene asociadas una serie de cualidades (responsabilidad, organización, creatividad, gestión de crisis, paciencia,…). Todo lo que debes hacer es hacer una lista de TODOS los ingredientes que se te ocurran para luego elegir y combinar los más adecuados.

Selecciona las herramientas

Es difícil que puedas hacer algo únicamente con lo que tienes porque siempre tenemos carencias, especialmente si no hemos sido entrenados para hacerlo. Pero en este momento tenemos instrumentos, herramientas y medios a nuestro alcance para cubrir los huecos. Si sabes lo que te gusta y lo que quieres hacer, esta etapa debería ser sencilla. Debes pensar que puede llevarte algo de tiempo ser suficientemente bueno en lo tuyo y además es algo que dura toda la vida. Por eso es importante empezar ayer.

Localiza a los clientes

Evidentemente este sería un artículo de autoayuda si no incluyese esta fase. Es el momento de pasar de las musas al teatro, de la energía potencial a la energía cinética. Debes localizar a aquellos que puedan necesitar lo que ofreces aunque ellos ni siquiera lo sepan todavía. Quizás lo que te convierte en experto es algo que nunca aparecerá en un anuncio de empleo, por eso debes salir a buscar a tus «clientes» o a dar a conocer tu valor utilizando las herramientas de visibilidad a tu alcance.

Suelo decir que el sistema ha reventado y eso es una estupenda noticia porque el caos favorece a los valientes. Creo que las profesiones y los empleos «de toda la vida» pasaron a «la otra vida» y es el momento de crear nuestra propia profesión.

Ah, y si alguien vuelve a decirte que no estás capacitado o que no vales para nada, te levantas y te vas.





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