¿Y si tu Marca Personal vale más que tu trabajo?

Hace unas semanas impartí un taller de Marca Personal a profesionales del mundo de la comunicación. Al final, una persona de ese sector que daba clases en la universidad y que, por lo visto, era bastante respetado, me dijo, algo mosqueado, que no le parecía bien que los profesionales del periodismo destacasen con sus nombres y apellidos al trabajar en un medio de comunicación.

A estas alturas del partido ya no me extraña nada cuando alguien me dice que los profesionales de empresa deben permanecer anónimos y no destacar de ninguna manera. Desgraciadamente es la idea generalizada por parte de la mayoría de las empresas. Pero me parece especialmente grave y miope cuando se trata de medios de comunicación.

¿Es que no se dan cuenta que si los que todavía compramos prensa es porque queremos leer las opiniones de profesionales con Marca Personal? Yo no compro El País, El Mundo, La Razón o el ABC porque tengan un bonito diseño sino porque me gusta Juan José Millás o Alfonso Ussia, Isabel San Sebastián o Arcadi Espada. Es por gente como ellos y por muchos otros por los que aún seguimos comprando periódicos. No es la marca de la cabecera, es la Marca Personal de sus profesionales.

Cuando haces un MBA o estudias una carrera de empresariales, te explican que hay empresas cuyo valor real es mucho mayor que el de la suma de sus activos físicos. Su prestigio, sus contactos, su credibilidad las hace tremendamente valiosas. Pues bien, con las personas puede ocurrir lo mismo. Pero parece que en las empresas no terminan de entenderlo… o quizás es que lo han entendido perfectamente y les asusta.

Si eres un estudiante en el segundo o tercer año de carrera y empiezas a escribir un blog sobre un tema profesional, es muy posible que, al terminar, te hayas creado una reputación de especialista y eso tiene un valor. ¿Crees que la mierda que te van a pagar como becario (si te pagan) es lo que vale tu Marca Personal? De ninguna manera.

Si eres un profesional con 45, 50 o 55 años, te has posicionado como alguien fiable, útil y especializado y te curras tu visibilidad, ¿Crees que el salario basura que te van a pagar (y encima dando gracias) es el que corresponde al valor de tus «intangibles»? De eso nada. Tu valor es muy superior al que puedan tener tus activos (diplomas, cursos y masters).

Ahora tenemos la posibilidad de hacer valer nuestros activos como profesionales si gestionamos bien nuestra Marca Personal. Pero precisamente por eso nos ponen tantas pegas y barreras para aumentar nuestra influencia.

A las empresas no les interesa pagar más al «chico/a de las fotocopias» o al profesional senior al que todo el mundo respeta en su sector. Por eso, al entrar a trabajar en una empresa, le dicen que no puede escribir un blog, dar una conferencia o tener un perfil en LinkedIn. Si el valor de su prestigio y su influencia es mayor que el que le pagan por su trabajo empezarían los problemas.

Los que ya tenemos cierta edad, nos acordamos de una escena terrible en Raices (que a mi me contaron porque mis padres no me dejaron ver la serie) en la que al esclavo Kunta Kinte le cortan un pie para que no trate de escapar.

Pues, en cierto modo ocurre algo parecido en la actualidad. Ahora no te cortan el pie, sólo te cortan la conexión a Internet. Para que no escapes o te rebeles te dicen que no te comuniques con el exterior, que tu prestigio o lo que es lo mismo, tu valor intangible le pertenece a quién te contrata. Lo triste es que muchos lo aceptan con alegría y agradecimiento.


Se habla de retener el talento, pero más bien se están refiriendo a detener el talento, a meterlo en una burbuja aislada del exterior. Si los comerciales son algunos de los profesionales que más cambian de empleo, es porque son capaces de mostrar su valor fuera de su empresa. El resto permanecen en su cubículo sin posibilidad de demostrar su valor más que a su jefe… y no siempre.

Eso del talento siempre me ha parecido uno de esos inventos de Reclusos Humanos que suena fenomenal pero que no tiene ningún sentido.

Talento: No ta rápido.  Les luthiers

Si lo que quieren las empresas es atraer a los mejores profesionales deberían olvidarse de talentos y empezar a tener en cuenta el auténtico valor de la Marca Personal de los profesionales igual que se hace al analizar cualquier empresa. Porque los profesionales somos empresas YO S.A. Deberían tener en cuenta no sólo el valor del trabajo que pueden producir sino muchos otros como la reputación, los contactos, las experiencias ajenas al trabajo o la capacidad de influencia en las redes por poner algunos ejemplos.

Cada día hay más cosas que pueden hacer las máquinas o un grupo muy reducido de personas o puede subcontratarse en otro país. Por lo tanto, el valor no está en prepararse para hacer algo que puede realizar un cacharro a un coste mucho menor sino en aumentar el valor de tus intangibles como profesional. Pero ¿No es eso lo que han hecho las grandes empresas? Pues aplícate el cuento y empieza a preocuparte por conseguir que te valoren por algo más que por tu capacidad de producción.

Quizás algún día, en este entorno en el que lo que se ofrece no es algo que sale de una línea de producción sino de la cabeza de la gente, la empresas entiendan que lo que las hace valiosas es la reputación, el prestigio y la influencia de sus profesionales. Quizás alguien que vaya más allá de la tendencia de moda en gestión de personas decida apostar por convertir a sus profesionales en los mejores embajadores de la marca corporativa. Pero eso implica confiar en la gente y proporcionarles herramientas para que aumente su valor.

Quizás al final sea cierto aquello de «nuestro principal activo son las personas» y por eso las mantienen ocultas… perdiendo la capacidad de sacar más rendimiento de su prestigio.

 





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