Los que van a morir… te insultan

¡Déjame en paz!
que no me quiero salvar
y que me dejes mejor quemar
¡Déjame en paz!
que no me quiero salvar
en el infierno no estoy tan mal.
Victor Manuel

solosEste pasado fin de semana estuve leyendo Solos, una de esas novelas apocalípticas que están tan de moda. El caso es que hacía tiempo que no leía algo tan «ligero» y reconozco que pasé un buen rato leyéndola.

Básicamente, la novela trata de un grupo de trabajadores de una plataforma petrolífera aislada en el Ártico que descubren que en el resto del planeta se ha extendido una enfermedad que está acabando con todo el mundo. En esa situación tan complicada deben enfrentarse a muchas dificultades y, como puedes imaginar, aquí muere hasta el apuntador.

Pero lo interesante es que, a lo largo de la novelita, asocié la actitud de los grupos de protagonistas con lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Parece que en situaciones extremas surgen tres comportamientos.

Por un lado están quienes intentan hacer algo aunque tenga escasas posibilidades de éxito pero prefieren morir matando. Por otro lado hay una inmensa mayoría de personas que se dejan llevar y que esperan que ocurra algo o que otros les solucionen sus problemas. Por último están los que no hacen más que poner pegas a todo, a criticar cualquier propuesta o, lo que es peor, crear todo tipo de dificultades cuando el resto pone en marcha alguna táctica.

Pues bien, esto no es algo que suceda unicamente en las novelas o películas de catástrofes. También lo vemos cada día alrededor nuestro, en la situación apocalíptica que estamos viviendo. Me explico.

Desde hace mucho tiempo y gracias a dospuntocerolandia muchos estamos intentando poner nuestro granito de arena para mejorar las cosas y eso es algo que la mayoría reconoce y agradece. Evidentemente también tratamos de ganarnos la vida con lo que hacemos y cualquier persona sensata entiende que ambas cosas son compatibles. Sin embargo algunos no entienden que quizás no necesitaríamos estar aquí empujando si no tuviésemos interés en echar una mano, e igual que los criticones de la novela, se dedican a atacar, insultar y tratar de frenar a quienes tratan de cambiar las cosas.

Esto que cuento se nota especialmente cuando aparece alguna noticia sobre temas de empleo en un medio de comunicación. Si alguien explica en un artículo algún modo de ganarse la vida o de cambiar su situación laboral no tardan en aparecer comentarios agresivos, insultantes y que destilan un desprecio absoluto hacia quienes tratan de buscar una salida.


Haz la prueba, busca un artículo con recomendaciones para encontrar empleo o crear un negocio y verás que hay muchos comentarios del tipo, «Este es otro listo que quiere vender su libro», «Ya está el espabilado de turno que quiere forrarse a nuestra costa», «Mira, un hijo de papá que lo ha tenido todo resuelto y cree que todos somos como él», «Ya estoy cansado de gurús, vendehumos y consultorcitos»,…

No digo que no haya aprovechados y sinvergüenzas en todas partes, pero en este caso lo que me preocupa es toda esa gente que, en lugar de prestar atención o, al menos, dejar pasar una propuesta o una oportunidad, se dedica a insultar o matar al mensajero. Siempre pienso que si dedicasen esas energías a buscarse la vida en lugar de a poner pegas seguramente les iría mejor. Es ese tipo de personas que, como en el chiste, cuando les preguntas «Hola, ¿Cómo estás?» te responden diciendo «Pues anda que tu».

No descubro nada si digo que yo también tengo tendencia a ver el lado negativo de las cosas, pero creo que en situaciones desesperadas hay que escuchar todas las opciones y luego aplicarlas o no, pero nunca frenar a quienes han decidido arriesgarse.

En la vida, como en la novela que te comentaba, hay gente que ha decidido dejarse morir. Pues bien, allá ellos. La Marca Personal se basa en la responsabilidad individual, así que cada cual debe tomar sus propias decisiones pero sólo espero que luego no se dediquen a exigir a otros que les saquen del atolladero.

Hace unos días veía un documental de esos de supervivencia que tanto abundan (junto con los de subastas de trasteros y casas de empeños) en el que explicaban lo que había que hacer en caso de incendio o terremoto o algo así. Lo que contaban es que lo importante era salir lo más rápido posible de la zona de peligro ayudando a todos los que estuviesen dispuestos. Pero a continuación decían algo cruel pero sensato. Explicaban que si había alguien que fuese a retrasar al grupo y a ponerles en peligro porque no quería avanzar o prefería quedarse, había que seguir sin ellos.

Ya he dicho aquí que quienes me preocupan son aquellos que están dispuestos a mover un dedo para mejorar su situación. Es por ellos por los que todavía sigo aquí dando la lata. Pero no dejan de fastidiarme bastante aquellos que, sin conocerme a mi o a cualquiera de los que tratamos de mejorar las cosas, se dedican a insultar o a hacer juicios de valor sobre nuestras intenciones. Aunque supongo que es el precio que hay que pagar.

NOTA: Por cierto, un buen ejemplo de uno de los que no se dejan vencer, de los «héroes» que tratan de cambiar las cosas es mi amigo David Asensio que acaba de sacar su primer libro Sobrevivir al desempleo.





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