No te vendas

Dicen que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Eso, como cualquier otra generalización, es falso. Conozco a mucha gente que ha estado sacrificándose, preparándose y ahorrando en los buenos tiempos mientras otros les menospreciaban porque no se iban al Caribe como si fuese a Benidorm o se compraban una tele de 42″ o un coche de 42.000 Euros a crédito.

Y aquí no ocurre como en la fábula. En nuestra sociedad, las hormigas tienen que pagar los excesos de las cigarras. Creo que parte de la culpa de esa mentalidad de exceso la tiene la publicidad. Me explico.

Si te fijas, muchos de los anuncios y mensajes publicitarios incluyen la frase: «Porque te lo mereces…» o alguna similar. Decir así, en general e indiscriminadamente, que te mereces algo es como escribir un horóscopo. Puede que algunas personas encajen en lo que dices y otras no. Nos han hecho creer que por el mero hecho de existir ya «te mereces» todos los caprichitos.

Pero, ¿De verdad te mereces todo lo que te apetece? ¿Realmente has pagado el precio que justifica que te lo merezcas?

Ya sé que esto que voy a decir es politicamente incorrecto (una vez más), pero posiblemente gran parte de la situación en la que estamos se deba a que muchos han creido que «se merecían» algo sin haberse ganado el derecho a tenerlo. Y al final, claro, le dan «su merecido».

Ojo, creo que estamos en una situación terrible. Mucha gente se ha preparado, ha trabajado, se ha entregado y realmente merecería algo mejor. Pero no me refiero a ellos en este post.

Hace unos días decía en Twitter algo así como que el problema no es que no sepas «venderte» sino que lo que vendes es irrelevante o está obsoleto. Lo que quería decir es que si eres un buen profesional, si te preparas, si te especializas, si tratas de mejorar, si estás al día, si eres relevante y valioso, aumentan las posibilidades de conseguir que tu Marca Personal sea valorada.


Por el contrario, si lo que haces no tiene ningún valor, si puedes ser sustituido mañana y nadie se enteraría, si hay un ejército de personas capaces de hacer gratis lo que tu ofreces, en resumen, si no tienes nada que vender, entonces tienes un grave problema. Y eso no se soluciona a base de autobombo o de una intensa vida en dospuntocerolandia (o en la máquina de café en tu empresa). Y ahí es donde mucha gente cree que la solución está en «venderse».

El problema es que a muchos les entran las prisas por «venderse» cuando se dan cuenta que no tienen nada que vender. Eso implica ceder lo más importante de tí (tus valores, tu dignidad, tu identidad,…) porque no tienes otra cosa que ofrecer. Puede ser quedarse hasta las tantas en la oficina, reir las gracias del jefe o aguantar situaciones intolerables.

Cuando uno «se vende», a eso se llama prostitución. Si no te has preparado para evitarlo, entonces quizás la publicidad tenga razón y tienes «lo que te mereces».

Cuando, para poder sobrevivir, uno tiene que hablar bien de sí mismo o tiene que hacerlo de otros sin que se lo merezcan, es que algo va realmente mal. Lo importante es que sean otros los que hablen de tu trabajo, para no tener que «venderte» tú.

Parte de la mala fama del Marketing y el Branding viene de transmitir la impresión de que es capaz de convertir la mierda en oro (y a veces lo consiguen). Cuando una empresa o una persona han quedado fuera de mercado o lo que ofrecen es de poca calidad creen que todo se arregla con un poco de barniz. Y no es así.

He dicho muchas veces que el Branding Personal se sostiene sobre varios pilares y uno de ellos es lo que haces por los demás (clientes, familia, colegas, sociedad,…), tu oferta, tu producto. Si ese pilar no existe o es debil, todo se desmorona y no hay estrategia «offline» ni «online» que lo soporte.

Así que si quieres sacar la cabeza y, a partir de ahí, empezar a nadar, dedícate a encontrar el modo de ser valioso, útil, relevante. Deja de quejarte por lo mal que te trata la vida y consigue que te conozcan porque eres capaz de aportar algo que puedes vender. De otro modo seguirás quejándote de que la culpa de lo que te pasa es que no sabes «venderte» porque has llegado a creerte los mensajes en los que te dicen que «te lo mereces todo». Pero espabila que ya no tienes cinco añitos.





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