Porque las empresas no viven en dospuntocerolandia

Según el contador de WordPress llevo escritos milsesentaytantos posts. En Twitter también llevo casi un millar. Aunque soy poco activo en Facebook, no es dificil encontrar información sobre mi, igual que en Linkedin. También he conocido a muchísima gente en montones de eventos y encuentros de todo tipo. 

Igual que ocurre con los fósiles de los dinosaurios, en La Red pueden encontrarse huellas y cagadas de mi trabajo en montones de sitios. Dospuntocerolandia es un cronista implacable de todo lo que uno dice y hace. Así que supongo que después de seis años, el que quiera conocerme ha tenido y sigue teniendo muchas formas de hacerlo. No creo que, a estas alturas, nadie se lleve sorpresas. De hecho, cuando me «desvirtualizan», me suelen decir que soy como esperaban (supongo que con desilusión).

He tenido días mejores y peores. He dicho alguna cosa brillante (por probabilidad, es lo normal) y muchas cosas para avergonzarse. He escrito cosas acertadas y otras en las que he sido profundamente injusto. Pero me gusta dejar constancia de todo para, de vez en cuando, darme cuenta de como he ido cambiando. A estas alturas, mi Marca Personal debería estar muy bien definida. Para bien y para mal.

Creo que hay aspectos personales que no deben contarse en La Red. Ni yo ni nadie. No es que haya que ocultarlos, simplemente no vienen a cuento o no aportan nada a tu Marca Personal. Y seguramente todo el mundo tiene «pecadillos de juventud» o incluso algún muerto virtual en el armario. Pero nada que no pueda entenderse y perdonarse.

Pero en general, creo que la mayoría de las personas podemos estar en dospuntocerolandia sin tener que ocultarnos ni pedir perdón. Puede que sea porque veinte o treinta o cuarenta años no son nada. O quizás no hemos tenido la posibilidad de hacer nada demasiado malo. Pero no tenemos las manos atadas y podemos ser bastante auténticos. Lo que decimos puede, al menos, contar con el beneficio de la duda.

Esto puede explicar, en parte, porqué son las personas y no las organizaciones quienes están dominando La Red. No es una cuestión de tecnología o de dinero o de recursos. Es todo mucho más sencillo, la clave es la credibilidad. Y eso solo se consigue con coherencia a lo largo del tiempo.


Poco a poco van surgiendo personas a las que se les va pillando en algunos renuncios dospuntoceriles y caen en desgracia. No es extraño, simplemente empiezan a comportarse como empresas.

Por eso creo que el principal problema para que una organización (empresarial, política o sindical) «viva» en dospuntocerolandia como un miembro de pleno derecho, es su falta de credibilidad. De nada sirve que estén en todas las redes sociales del mundo mundial, simplemente ya no nos interesan sus mentiras (aunque sean ciertas). Llevan tantos años engañando, aprovechándose de la letra pequeña y ocultándonos sus malas artes, que ahora vienen los «ayayaisylosmadresmías».

Pero incluso aunque todo sea muy legal y ético, ninguna empresa podría abrirse al mundo dospuntocero sin mostrarnos algunas cosas desagradables. ¿Pueden contarnos los bancos en Facebook como «encasquetan» a los jubilados un producto financiero que no necesitan a cambio de un «transistor» o como realizan un embargo? ¿Pueden twittear las empresas de distribución sus negociaciones con pequeños fabricantes? ¿Pueden subir los políticos videos a Youtube explicando lo que realmente hacen y no solo eslóganes vacíos? ¿Pueden narrar en un podcast todas las ONGs lo que hacen con el dinero?

En mi opinión lo dospuntocero es eso, abrirse a los demás para que se te conozca lo suficiente como para generar confianza. Permitir que se te pregunten cosas «delicadas». Pero es imposible que te crean si llevas años comportándote mal.  No se trata de lanzar eslóganes o de poner fotos chulas. El medio no es el mensaje. El mensaje lo llevas lanzando desde hace décadas. Y Facebook, Twitter o un blog no van a hacerte bueno de la noche a la mañana.

Solo las empresas que puedan ir más allá de la frase impactante o de la oferta del día podrán tener algún éxito en La Red. Si una empresa tiene algo poco agradable que mostrar o está actuando de un modo indecente (aunque legal) ya puede tener un ejército de Community Managers que de nada le va a servir.





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