Tu no eres Lady Gaga

En junio de 2000 dejé de negociar lejía, papel higiénico y bolsas de basura en DIA y entré a trabajar en uno de los mejores trabajos de mi vida: responsable de comercio electrónico de Canal21, el portal de internet de Euskaltel.  

Ahí se quedaban mis «compis» del mundo del comercio tradicional mientras yo, el más listo de todos, daba el salto a un futuro brillante, incluso brillantísimo en el mundo de Internet. Era el fin del comercio tradicional y aquellos dinosauros no se daban cuenta. Pero ¿Cómo era posible que la mercería de mi barrio no montase un «marketplace» para vender cremalleras a los Chechenos?

Solo fueron seis meses (ni siquiera lo pongo en el CV. Mucho ojo Sres. de R2H2). Coincidió con la explosión de la burbuja de Internet. Pero aquella temporada fue alucinante. Era increible ver como se gastaba quemaba el dinero (ajeno). Se gestionaban las empresas como si el fin del mundo estuviese a la vuelta de la esquina.

Vender, lo que se dice vender, se vendía poco. Creo que lo que mejor funcionó fue una oferta de condones de una parafarmacia online que se me ocurrió un viernes por la tarde. Pero, divertirnos nos divertimos mucho. Éramos como niños a los que hubiesen soltado en un Toys’r’Us sin vigilantes.

Algunos recordaréis que había empresas que regalaban, sí regalaban, CDs y libros. Gastos de envío incluidos. Solo tenías que poner tu correo electrónico y una dirección física. 

Aquello se acabó cuando aquella panda de cerebritos (asesorados por consultoras de postín) fundieron el dinero.

Con el tiempo aquello se olvidó. Y unos años después, una nueva generación vino con nuevas viejas ideas. Pero algún superviviente de aquello, se acordó de aquel desastre y a este segundo intento lo llamaron, logicamente 2.0. Aunque hay pequeñas diferencias.


  • En lugar de empresas, ahora hablamos de personas.
  • En lugar de portales se habla de redes sociales.
  • En lugar de regalar CDs y  libros, se regala información y conocimiento.
  • En lugar de hablar de regalar, se habla de compartir, colaborar y conversar.
  • En lugar de poner como ejemplo a Amazón, se habla de Lady Gaga y de un tío que se convirtió en un gurú después de hacer una foto a su mujer en bragas.
  • En lugar de decir que tu empresa desaparecerá si no está en La Red, ahora se dice que si no estás en Google no existes.
  • En lugar de controlar las visitas a tu página, ahora observas los «followers», «amigos» y «fans».
  • En lugar de decir que vas a tener clientes en todo el mundo, ahora se dice que tendrás una Marca Personal global.
  • En lugar de desconfiar de la seguridad, ahora se desconfía de la privacidad.

Pues bien, yo he llegado a creérmelo. ¿Como no caer en la tentación de pensar que puedes llegar a todo el planeta solo con estar en La Red? ¿Cómo no sucumbir ante la idea de tener millones de amigos (potenciales clientes) solo ofreciendo contenidos interesantes? ¿Cómo no perder la cabeza viendo tu futuro en grandes titulares? 

Pero el gran error es pensar que puedes ser Lady Gaga. No me importaría ser el marido de Demi Moore, pero ¿Quién quiere ser Lady Gaga?

La función de las Redes Sociales para el Branding Personal no es llegar a todo el mundo, no es llenar estadios, sino todo lo contrario, utilizarlas como altavoz para reunir a tu tribu. Tu Marca Personal se debe posicionar filtrando, consiguiendo atraer a quienes, y solo a quienes se sientan identificados con lo que transmites.

En realidad las Redes Sociales deberían utilizarse como una criba, como un cedazo que, en realidad no son más que redes para separar granos de diferentes tamaños.

Vale, puedes conseguir que te lean en Nueva Zelanda y te Retwitteen en Alaska, pero además de tu ego, ¿Qué más puedes alimentar con eso?

¿Qué vas a conseguir regalando compartiendo algo valioso aparte de un número más o menos grande de «followers» y «amigos» menos fieles que Tiger Woods? Seguramente lo mismo que todas aquellas empresas de la revolución de Internet 1.0 y los que participamos en aquella locura: divertirnos, divertimos mucho.

Aunque tal y como están las cosas, tampoco está mal.





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