Actitud, Aptitud, Marca Personal y desmadre juvenil

He dedicado unos cuantos años de mi vida a la negociación con proveedores y clientes. He comprobado una y otra vez que la diferencia entre los buenos y los malos no estaba en la calidad de los productos o servicios, practicamente idénticos sobre el papel. Lo que realmente marcaba las distancias era el trato con las personas, las que negociaban (comercial) y las que posteriormente ejecutaban (logística, finanzas, producción,…).

No era una cuestión de preparación técnica o de conocimiento de los intríngulis del producto, sino de actitud y saber hacer por parte de las personas. Y en muchas, muchísimas ocasiones, los más aventajados no eran los más formados académicamente sino los más «vividores», los que han aprendido en «la universidad de la vida».

Creo que también vosotros conoceréis casos de «empollones» que no han sabido, querido o podido hacer nada con sus conocimientos al salir a «la calle». Y de aquellos que no han salido de la cafetería, de las fiestas de la facultad y de sus partidas de mús pero que han conseguido una buena carrera profesional.

Creo que nuestro desastroso sistema educativo no es capaz ni de conseguir que las personas aprendamos a comportarnos adecuadamente en «el mundo exterior». Creo que para muchos, nuestro primer empleo representó un nuevo periodo de aprendizaje humano del que nadie nos dijo nada. La universidad y los centros de formación en general se han convertido en mundos aislados, en un Shangri La moderno desconectado de la realidad.


La Marca Personal se va forjando con las relaciones, con el contacto con otros seres humanos, con la interacción con otras personas y con el intercambio de ideas y satisfacciones. La Marca Personal pertenece a la vida real y no a la filosofía.

Por eso me parece curioso que, como decía Enrique Dans el otro día, siempre que se hable de los peligros de las Redes Sociales salga el típico y casposo asunto de la peligrosidad de la foto juvenil de un profesional de juerga.

Si es cierto que los responsables de selección consideran una foto comprometida en Facebook o Flickr o donde sea, como algo negativo es que algo no funciona.
La obligación de un joven es prepararse, pero también divertirse (otra forma de aprender). Creo que si una persona ha sido capaz de sacarse un título pero también aparece como el mayor de los juerguistas, hay que quitarse el sombrero.

Alguien decía el otro día que si uno no vive de joven, lo hará de mayor. La Marca Personal se va forjando con experiencias de todo tipo, incluidas (o especialmente) las que tienen que ver con interacciones humanas de todo tipo. Las empresas necesitan ahora más que nunca que sus profesionales sean capaces de relacionarse adecuada y eficazmente. Así que francamente, mi experiencia me dice que a diferencia de la tendencia puritana a evitar a profesionales que aparecen con una cerveza en la mano y unos ojos achispados en el viaje de fin de curso, el criterio debería ser justo el contrario.


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