¿Tienes cuatro años?

Esta semana, aprovechando la visita a Madrid de uno de ellos, he comido con dos amigos. De esos a los que antes se denominaban íntimos. De esos que se cuentan con los dedos de una mano y te sobran tres. De esos a los que conoces desde antes de que S.M. El Rey empezase a darnos su mensaje de Navidad. De esos con los que te juntabas en casa después del cole y con los que pasabas la tarde comiendo los bocatas de NOCILLA que preparaban las madres.

Mis dos amigos son brillantes, muy brillantes. Han sido estudiantes sobresalientes y han seguido siendo profesionales sobresalientes. Uno de ellos es funcionario. De esos que sacan unas oposiciones solo aptas para superhéroes. De esos que te devuelven la confianza en las instituciones por la dedicación a su trabajo.
El otro es un ejecutivo importante de una de las mayores empresas de España y está pasando una época profesional complicada.
El tercero, yo, siempre he sido notable (porque no llegaba a sobresaliente) y me dedico a lo que ya sabéis.

Tres perfiles representativos de lo que puede ser un profesional hoy en día. El Funcionario, el Directivo de multinacional y el Agente Libre.
Si pudieses elegir ¿Con cual te quedarías tú?

Con cuarenta años, a la mitad de la película, ves que las cosas no se parecen demasiado a lo que te imaginabas un par de décadas antes. Creo que hace solo dos décadas (o incluso una) ninguno de los tres hubiésemos sido capaces de prever el lugar donde estamos ahora. Y creo que tampoco sabemos lo que será de nosotros dentro de solo cinco años. Pero todo lo que hacemos nos va posicionando, va construyendo nuestra identidad, nuestra Marca Personal.

Quizás mi amigo funcionario sabía que esas oposiciones le costarían unos cuantos años de su vida.
Quizás mi amigo directivo sabía que el proceso de ascenso sería más progresivo pero no menos duro.
Pero un Agente Libre es eso, libre y al mismo tiempo depende de si mismo.

Cuando empezaba con esto, mucha gente que había pasado por procesos parecidos te decía que crear un negocio o convertirte en un experto más o menos reconocido te «costaría» no menos de dos o tres años. Pero tu que siempre te crees más listo, pensabas que podrías reducir el plazo. Supongo que es una defensa mental porque si les creyeses posiblemente no te meterías en este lío.


Al final pueden ser tres, cuatro, diez o n-años, pero poner en marcha un proyecto o construir una Marca Personal reconocida requiere sobre todo tiempo, persistencia y trabajo.
Ahora lo veo como una segunda licenciatura. Años de estudio (que no acaban nunca), errores, desilusiones, también alegrías, trabajar gratis o por cuatro duros.

Es como hacer una carrera sin título oficial ni plan de estudios y en la que los profesores son los libros, la red y tu propia experiencia. Pero realmente ¿De que sirve un título? ¿A cuantos os han pedido el certificado de estudios? Es solo una forma de filtrar y de reducir la incertidumbre o la desconfianza del que te contrata. Pero hay formas mejores de conseguirlo. Por ejemplo, demostrando lo que sabes hacer.

¿Volvería a hacerlo? Sin ninguna duda. ¿Lo habría hecho si hubiese sabido lo que suponía? Posiblemente no. Puede parecer contradictorio pero creo que es real. Cuatro años parece una eternidad si quieres hacer algo, pero os digo que pasan volando. Para bien y para mal.

Entramos en un periodo de crisis (o eso dicen). Despidos, tensión, salarios basura. ¿Es el momento de ponerse en marcha? Siempre es momento de cambiar. ¿Deberías haberlo hecho antes? Por supuesto.

De los tres amigos creo que quienes mejor lo tenemos somos los dos extremos. El que permanecerá estable a pesar de la tormenta porque está atado con fuerza a una viga y el que depende de si mismo y se deja llevar por el vendaval. En este momento un «empleado» tiene lo peor de cada casa y el tiempo corre en su contra. Así que ¿tienes cuatro años? Si o si.





Compartir esta publicacion