La abstinencia y los Des-Empleados

La pasada semana charlaba sobre trabajo con unos cuantos amigos, de entre 35 y 45 años, que representaban perfectamente lo que está ocurriendo en el mercado. Se podían dividir en dos grupos en situaciones aparentemente diferentes pero que en mi opinión son simplemente dos etapas del proceso que muchos están sufriendo y otros hemos superado o estamos en ello.

Por un lado estaban los que ocupaban buenos puestos en empresas nacionales importantes o en multinacionales. Estaban hartos, cansados, quemados y empezaban a sufrir secuelas físicas. Pero había una trampa, la del salario. Nóminas elevadas, coches de empresa y beneficios materiales varios que les mantenían encadenados. Para estos profesionales el pasado fue brillante, el futuro incierto.

Por otro estaban los que ya habían dejado la empresa o la empresa les había dejado a ellos. Sus características eran similares a los anteriores. Buenos profesionales, bien preparados, con experiencia y brillantez.
Por pura supervivencia o por voluntad propia, habían empezado a crear sus propios negocios (no necesariamente con la categoría administrativa de empresa). Estaban cansados pero contentos, preocupados pero motivados, agobiados pero ilusionados. Saben que no hay vuelta atrás, pero a diferencia de los primeros, saben que el futuro depende solo de ellos.

Esa situación me recordó una frase de Warren Buffet que leí hace poco y que traduzco (muy) libremente.


Siempre me preocupa la gente que dice: «Voy a seguir trabajando en esto los próximos diez años aunque lo detesto. Y luego ya haré lo que me apetece…»
Eso es sencillamente tan absurdo como dejar de follar ahora para hacerlo cuando me jubile.

Creo que muchos de estos amigos están reservándose para, para,… no se para qué. ¿Para que el corazón les de un susto en cualquier momento? ¿Para tragar lo que haya que tragar hasta que no te quepa nada? ¿Para perderlo todo por nada?

Creo que el movimiento de los No Empleados que comentaba Julen hace unos días es imparable. Y no es solo cuestión de gusto, sino de pura necesidad. El matrimonio empresa-profesional está en crisis. Actualmente las únicas dudas son ¿Quién romperá primero? ¿Quién se quedará a los niños?


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