Chantaje emocional y las organizaciones Platero

Cuando Einstein publicó su teoría de la relatividad al principio del siglo pasado sucedió algo curioso. Mucha gente que no entendió el concepto empezó a sacar conclusiones erróneas y a darle su «toque personal». De repente todo era relativo, en la política, en las creencias, en la filosofía. No entendían lo que decía Don Alberto pero lo aplicaban con una enorme ligereza. Creo que esa visión relativa de las cosas ha influido en muchas de las ideas del sXX.

En el mundo de la empresa ocurre algo parecido con tendencias mucho menos geniales que las de Einstein. Pienso en este momento en la Inteligencia Emocional. Me parece que Goleman es un genio… del marketing. Tuvo la suerte de tener una columna en el New York Times que le sirvió como altavoz de primera.
Consiguió reunir unas cuantas ideas sencillas bajo el paraguas de un nombre atractivo y supo estar en el lugar apropiado en el momento justo. A partir de ahí ha ocurrido lo mismo que con la teoría del físico, lo emocional aparece en todas partes.

De repente todo es emocional. En las empresas debe haber emoción. Los directivos deben ¿emocionarse?
Hace unos días leí un artículo en RRHHDigital que hablaba de esto y con el que estaba muy de acuerdo. Decía cosas como estas:

El encumbramiento repentino de algunos expertos que se autoproclaman gurúes del Management, y en particular de la gestión de personas, ha provocado que en vez de profundizar en el vastísimo campo que abarca la inteligencia emocional en las organizaciones se haya reducido el discurso hasta llevarlo a aspectos más relacionados con la sensiblería.

Estoy de acuerdo con que se ha confundido emoción con sensiblería. De repente, los gurúes del management de los que habla el autor del artículo dicen que todo debe ser blandito en las empresas. Parece que su modelo son las organizaciones Platero:

«Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos». Juan Ramón Jimenez (Platero y yo)


Hay emociones de todo tipo pero el amor o el cariño no es lo que importa en las empresas precisamente. Ni siquiera ahora en las que todas presumen de responsabilidad social, sostenibilidad y conciliación. He visto muchas otras emociones en las empresas: pesimismo, decepción, preocupación enojo, odio, inseguridad, miedo, tristeza, culpabilidad, desesperación, depresión o derrota también lo son. Y estas son mucho más habituales que las positivas que nos venden los gurús de libros/cuentos de aeropuerto.

En las empresas se busca eficacia, rentabilidad, beneficios, supervivencia. No digo que sea malo ni bueno, simplemente es así. O lo asumimos o nos van a seguir dando leches y no vamos a saber de donde vienen. No digo que no haya espacio para un ambiente agradable o un trabajo estimulante, pero eso será cuando todo lo demás vaya bien.

Sinceramente, me gustaría creer que funcionan mejor las empresas en las que la gente es feliz. Pero no he sido capaz de encontrar una muestra estadísticamente relevante que lo confirme. Estoy un poco cansado de los ejemplos típicos de Google o de algunas empresas californianas en las que todo el mundo parece que vive en un parque temático.

Una relación con una empresa no es una relación de amor, sentimental, sensacional (de sensaciones), sino funcional. Lo que se intercambian son servicios no fluidos. Las relaciones que se producen son forzadas, con gente a la que no conoces y con la que no vas a compartir tu vida. Si ya es complicada una relación de pareja, no se cómo puede ser más sencilla una relación con un montón de gente que solo conoces porque está a tu lado.

Creo que los profesionales no deberíamos dejarnos engañar. Cuando dejamos que nos convenzan de que la empresa es algo más que una relación profesional entre iguales caemos en la trampa de lo subjetivo. No digo que haya que ser frío con las personas con las que trabajamos codo con codo, al contrario, posiblemente sea lo único que merece la pena. Como dice Antonio, LA EMPRESA no es un ser humano, no piensa, no siente. Por lo tanto albergar algún tipo de emoción hacia una organización es más parecido a una perversión sexual o sentimental que a algo sano.

Dejar tu Marca Personal significa que vas a actuar de acuerdo a tus creencias, a tus valores y también a tus emociones. Si dejas que otros te digan cuales son las correctas estarás debilitando tu Marca Personal. Poco a poco te irás convirtiendo en un zombie que siente y padece en función de lo politicamente correcto.





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