Química Recreativa XX: Modelos Atómicos, Cuentistas y Peliculeros

A lo largo de la historia de la ciencia, las leyes y formulaciones matemáticas complejas se han mezclado con historias, metáforas y modelos visuales simples. Se ha tratado de hacer más fácil lo que normalmente suele ser poco intuitivo y farragoso pero nunca se ha pretendido sustituirlo.

La manzana de Newton, la bañera de Arquímedes, los astronautas de Einstein o la cometa de Franklin. Estas historias son muchas veces inventadas y seguramente surgieron a la sombra de los descubrimientos. Afortunadamente no quedó todo en metáforas.

Cuando se empezaba a descubrir la estructura atómica, los científicos utilizaban metáforas visuales para tratar de explicarlos a los profanos. Algunos imaginaban los átomos como Pasteles de Pasas otros como bolas de billar. Sin embargo, sabían que la realidad no tenía nada que ver con esa simplificación, solo eran formas muy simples de explicar lo que estaban haciendo. Actualmente es muy complicado siquiera imaginar la estructura de la materia.

En el mundo de la gestión y de las relaciones personales se ha producido un fenómeno inverso. De la lógica, el sentido común y la racionalidad hemos pasado a la fabulación, a la superficialidad y a los cuentos infantiles. Desde hace algunos años, en los lineales de temas de Management apenas hay herramientas, solo cuentos.
Es muy dificil encontrar a un Drucker, un Kawasaki, un Hamel o un Peters. Han sido sustituidos por cuentistas y peliculeros. Ahora cualquiera te coge una historieta o una película reciente y se siente capacitado para aplicarlo a la realidad de la empresa.

Lo siento por mi amiga Concha, pero parece que el mundo de la autoayuda ha invadido el de la empresa. Ideas como «Hay una fuerza infinita en tu interior», «Si lo deseas lo suficiente el Universo te ayudará», «Las cosas que te ocurren no son casualidad, forman parte de un plan» y otras similares aparecen con demasiada frecuencia en los textos cercanos a la empresa. Entiendo que pueden ser muy atractivas y balsámicas en ciertos momentos, pero tienen la misma validez que el Pastel de Pasas.

Si quiero sacar adelante un proyecto, si me han despedido del trabajo o tengo problemas con mi equipo, prefiero tener cerca a un experto que a todos los Bucays o Coelhos del mundo.


Me gustan los cuentos y el cine, pero no me gusta nada que quieran convertir a Gladiator o a Harry Potter o a estereotipos maniqueos de ficción (Alquimistas, Sabios Sufíes o Ratones y Hombres enanos) en modelos a seguir en algo tan complejo como la empresa.

El problema es que detrás de esos cuentos no hay unas reglas o unos procedimientos a seguir. El truco está en dejarlos lo suficientemente abiertos para no tener que «mojarse».
Eso lo han hecho las grandes religiones y algunas ideologías políticas. La Bíblia, el Corán o la Torah también son historias, metáforas y cuentos. Pero al menos, con mayor o menor acierto, cada una de las religiones o ideologías ha creado una estructura de normas y procedimientos (mandamientos, catecismo, leyes,…) que te orientan.

Quizás no somos capaces de asimilar algo complejo, nos hemos ablandado demasiado, todo debe ser facilito, rápido y dulzón. Dar un cachete a un hijo te puede llevar a la carcel. Los dibujos animados son agradables, suaves (POCOYO, Caillou) frente a los políticamente incorrectos de mi época (Tom y Jerry, Correcaminos, Bugs Bunny). Nos hemos metido en una burbuja y no queremos que nadie nos abra los ojos. Sin embargo, «ahí fuera», en la empresa y en el mundo en general ocurren cosas terribles que nada tienen que ver con metáforas agradables o Shangri-Las de plexiglas.

Una Marca Personal se basa en creencias, valores, objetivos y normas de comportamiento sólidas y consistentes y no en ideas más o menos difusas, relativas e interpretables.

Por lo tanto, creo que los cuentos y las películas tienen su terreno y corremos un gran riesgo si cualquier iluminado pretende darles otra función. Cuando se estrenó Superman, algunos niños creyeron que poniéndose una sábana podrían ser como su héroe. Murieron unos cuantos. Esperemos que en la empresa no ocurra lo mismo.





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