Pistas, dudas y empresas vampiro

El «Piji» era el mote cariñoso de un excelente profesor de Historia en mi colegio en Alicante, Javier Albert (¡bendito Google!). Como muchos otros, era un personaje peculiar, con Marca Propia. Entre otras cosas, nos enseñó una muy importante, que el arte es un reflejo de lo que ocurre en el momento en que se crea.

El arte que da las mejores pistas actualmente es el cine. Y hace unos días, pude ver otra película (parece que empiezo a coger el ritmo) que aunque un poco «cuento de hadas», muestra algunas señales de lo que ocurre. Se trata de Un buen año de Ridley Scott.

Es curioso, pero a diferencia de los ejecutivos implacables, sin ética, ambiciosos, frios y odiosos de los 80 a lo Gordon Gecko, ultimamente parece que siguen reuniendo muchas de esas características, pero hay señales que indican que son recuperables y en los que es muy facil encontrar resquicios de humanidad.

Los brokers ya no son lo que eran, empezamos el milenio con el papel de Nicolas Cage en The Family Man, ahora nos encontramos con el de Russell Crowe en esta película y hace unos días hablaba del papel de Meryl Streep en el diablo viste de Prada, que manejaba valores, aunque no precisamente de bolsa.

No voy a destripar la película, pero de nuevo es una historia de vuelta a lo básico, de encuentro de los valores, de recuperación de sensaciones. Cosas en las que creo y por las que lucho.
Soy realista (la conciencia es una clave en mi modelo Personal Branding) y se que algunos de nosotros no ganamos millones de dólares en pocos minutos o tenemos villas en la Toscana o la Provenza. Pero eso no debería desvirtuar la idea principal. Que hay una tendencia hacia el fin de la locura que vivimos.

Coincide esto con una reunión que tuve hace poco con unos amigos consultores a los que aprecio pero cuya visión de lo que ocurre es radicalmente diferente a la mía. Creen (pero no lo dicen al cliente) que la gente es «vaga» y que hay que utilizar el palo.

Lo peor es que tratan de suavizar su mensaje vendiendo Inteligencia Emocional, Coaching, Liderazgo, y en general cualquier cosa de moda y que suene bien, pero adulterándo su propósito. Meten conceptos prehistóricos en «envases de colorines», venden lo viejo como nuevo.


Cuando discuto (a veces agriamente) con ellos me dicen que las empresas quieren ¡ganaaaarrrrrr passsssta!, que la felicidad de la gente se la suda y que las compañías que ganan dinero son las que exprimen a la gente.

Es cierto que las empresas no son las Hermanitas de la Caridad y sería un error que fuese así. Pero creo que hay otra forma, incluso más rentable y eficaz de hacer las cosas. Aunque a veces algunas actitudes muy extendidas como las de mis amigos me hacen pensar que quizá el equivocado soy yo.

¿Es inevitable que una empresa deba comportarse como un vampiro para ser rentable?
¿Hay espacio para empresas «humanas»? y estas ¿Pueden ser realmente eficientes y rentables? Yo creo que si.

En esta combinación explosiva mundo ideal peliculero y mundo real consultoril ibérico me decanto por el primero porque creo que es posible y necesario, aunque reconozco que a veces me hacen dudar (pero me dura poco).

Por eso me gustó una frase que le dicen a Crowe cuando ponen en duda sus intenciones y que deberíamos hacernos de vez en cuando los que pretendemos construir una Marca Personal. Es la prueba del nueve de la consistencia, los valores, los objetivos y la visión de uno mismo.

¿Confiarías tu en tí?

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