Libertad: Euribor más 3,5%

La semana pasada fuí a la presentación del libro de Javier donde hizo referencia a un anuncio que me llamó la atención. Se trata de uno de Cajamadrid que ha aparecido en prensa escrita. Su eslogan es: «El dinero nos hace libres (video del anuncio)«.

Unos días después, en el suplemento dominical de EL PAIS vi un reportaje sobre Petr Ginz. Un chaval judío que murió a los 16 años en las cámaras de gas de Auschwitz y que dejó unos diarios estremecedores sobre el holocausto. La puerta de entrada de ese campo de concentración (y el de otros) tenía una frase: «Arbeit Macht Frei«. (El trabajo nos hará libres). Una veintena de páginas después vemos de nuevo el anuncio del que hablaba Javier.

No creo que sea casualidad el parecido. La campaña es vomitiva. A mi me produjo rechazo el primer día que la vi. No soy de los que piensa que el dinero es algo sucio y de lo que no se debe hablar. Lo que me repatea es la manipulación. Da la sensación de que en esa entidad lo regalan y de que el que no lo tiene no es libre (o inteligente).

Se produce la siguiente cadena (¿no es un nombre muy apropiado?)

Dinero –> Hipotecas –> Trabajo –> Miedo al despido –> Fin de la libertad.

Sin embargo, no dicen cual es el precio. Porque el precio es aquello de lo que presume la propaganda: la libertad.


Si hay algo que caracteriza a mi proyecto de Marca Personal es la libertad del individuo. Me opongo a todo aquello que disminuya la capacidad de decisión de las personas. Cuando pierdes tu margen de maniobra ya no eres tú, ya dependes de otros. Cedes parcelas de responsabilidad, entregas tu libertad.

La libertad se consigue liberándonos de lo accesorio, de lo innecesario y no acaparando «cosas» aunque sea a tipos de interés «superinteresantes».

No se trata de poder tener lo que queramos sino de no necesitar tantas cosas e hipotecarnos (real y mentalmente).

La libertad no es algo que nos den, que venga del exterior. Es algo que sale de dentro de cada uno. De lo contrario trabajaremos (el trabajo nos hará libres) para acabar muriendo sin haber vivido.

Lo saben las empresas, los bancos, los gobiernos, las instituciones. Nos meten miedo, y el miedo nos quita libertad. ¿Que hay menos libre que un individuo constantemente asustado o amenazado? Ser libre parte de la presuposición que uno puede hacer lo que quiere desde el punto de vista de la libertad de acción, la libertad física.

Es posible que al final, el dinero en esas condiciones consiga lo mismo que el trabajo en los campos de exterminio, unos kilos de oro extraidos de anillos y las muelas.

Como dice el monumento a los veteranos de la guerra de Corea, la libertad tiene un precio. Posiblemente ese precio sea el de prescindir de lo superfluo para tener más margen de maniobra.


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