La maldición de Sísifo

Hace mucho tiempo que sigo el blog de Telémaco porque comparto muchos de sus planteamientos. Suele dar una visión que alterna lo emocional con lo más crudamente real. Cuenta historias que emocionan y otras que te cabrean profundamente porque te ponen los pies en el suelo.

Hace unos días escribió un comentario que me encantó por lo sencillo y por tener el valor de decir lo que todos pensamos.

Se ha dado cuenta de que en el vínculo empresa-profesional (no me gusta lo de «empleado») se ha producido una ruptura. Es cierto que siempre había sido una relación desequilibrada pero hasta ahora se había mantenido dentro de ciertos límites tolerables. Yo te doy y tu me das.

Desde hace un par de décadas, la balanza se ha ido escorando peligrosamente hacia uno de los lados y llega un momento en el que se rompe.

La opinión de Telémaco, que puede escandalizar a mentes bienpensantes, me parece una decisión lógica. Si se rompe el contrato psicológico que ha mantenido unidas a las personas con las empresas, debemos establecer otro tipo de relación, de igual a igual.


No digo que ahora haya que abusar y darle la vuelta a la tortilla, simplemente creo que cuando una relación es justa y equilibrada es mucho más fructífera. De otro modo, empieza la desconfianza, la desmotivación y finalmente la ruptura traumática.

A partir de ahora, todos somos empresas, independientemente de que seamos asalariados o autónomos, todos damos un servicio a cambio de un dinero, todos somos responsables de «asociarnos» con quienes tienen unos valores y unos objetivos acordes a los nuestros. Y cuando el proyecto, servicio, trabajo o empresa ha finalizado, aqui paz y después gloria.

Si alguna de las partes exige más de la otra de una forma continuada, deberá ser compensado de alguna manera, emocional o materialmente. Si no, nos limitaremos a cumplir con lo exigido y punto o alguien saldrá perjudicado.

Cuando en un proyecto de consultoría surgen asuntos no contemplados inicialmente, se evalúan y se corrige la tarifa. ¿Por qué debería ser diferente con alguien que está en nómina? Evidentemente todos sabemos la respuesta, pero aquí es donde debemos empezar a asumir nuestra responsabilidad y tomar las decisiones por nosotros mismos y eso se llama libertad.

Lo importante no es romper sin más sino establecer un objetivo y trazar un plan para alcanzarlo, simplemente con eso, ya te cambia la forma de pensar, ya puedes ver la luz al final del tunel. No es que vayas a conseguir lo que te propongas solo con desearlo (en plan Disney) sino que el hecho de tener claro lo que quieres ya es un triunfo en si mismo.

Evidentemente hay que hacer unos sacrificios y la solución no suele ser inmediata, pero es el momento de trazar un plan para romper el circulo vicioso. Por tu bien y por el de tu «socio temporal».


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