Marca Personal, Totalitarismo y Campana de Gauss

Hace unos días aparecía un interesante artículo en la maldición de Sísifo que mostraba un gráfico muy ingenioso que representaba las ideologías políticas. El eje horizontal (X) representa las libertades civiles y el vertical (Y) la libertad de iniciativa económica.

Me llamó la atención ese esquema porque hace tiempo que vengo dándole vueltas a la posición que ocuparía el concepto de Marca Personal.

Sé que puede parecer extraño que un concepto de formación o de gestión tenga una base filosófica fuerte. Estamos acostumbrados a que los programas formativos de las empresas sean asepticos, frios, tecnicamente impecables, políticamente correctos y posiblemente por eso, inútiles. No llegan al corazón de las personas.

Por experiencia sé, que es más facil dar un curso de Técnicas de venta, de Liderazgo (¿?) o de Gestión de Producto que uno en el que te toque algo realmente importante, a ti mismo. En el fondo lo que hacen esos cursos es añadir un «plug-in» mental a las personas o actualizar los conocimientos de la versión 2.1 a la 2.2. La Marca Personal busca algo más ambicioso, cambiar el Sistema Operativo. Uno que se actualice libremente, sin esperar a lo que otros impongan. No trata de hacer que pienses y actues como dicen otros que debes hacerlo sino como tú decidas.

Por eso es tan «peligroso».


La Marca Personal es lo opuesto al totalitarismo porque fomenta la libertad, la creatividad, la particularidad de cada uno. Cree en el individuo por encima del «colectivo» en abstracto. Cree que todos somos distintos. Y eso es lo preocupante para muchos. ¿Qué podemos pensar de aquellas empresas, organismos y personas que dicen que este concepto es revolucionario pero que posiblemente por eso, es mejor seguir haciendo las cosas como hasta ahora? Calificadlo vosotros. Mientras tanto seguiremos haciendo tests que nos digan que somos «aceptables» si caemos en la parte central de la Campana de Gauss.


La Marca Personal cree en las personas. En su potencial. En su capacidad para transformar las cosas. En ser recompensados justamente por nuestro trabajo. Considera que todos tenemos algo que aportar y que eso tiene un valor.

Reconozco que es facil dejarse llevar y nosotros mismos podemos caer en la comodidad (¿conformismo?) y permitir que la vida vaya pasando, al menos hasta que paguemos la hipoteca y nuestros hijos se independicen y tengamos suficiente para una jubilación ¿decente? y, y, y … .Virgencita que me quede como estoy. Pues francamente, creo que hay que hacer algo, de lo contrario privaremos al resto del mundo de todo aquello que podemos ofrecer.

Perdonad el sermón, pero creo firmemente en la idea de rescatar el talento y ponerlo a trabajar. Seguir ahogándolo con procedimientos, reglas, manuales, jefes tóxicos y desconfianza en nuestra propia capacidad, es como dejar abierta una manguera de gasolina, un derroche muy peligroso.





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