Competencia y competitividad

Empieza a ser un debate demasiado recurrente pero creo que es necesario. Están apareciendo como setas personas que se echan las manos a la cabeza cuando se propone algo que supone una forma de diferenciarse mediante la utilización de aquello que sabemos hacer mejor. Eso lo vienen haciendo las empresas desde el tiempo de los fenicios. Se trata de ser mejor que la competencia. Hay que dar mejores productos y servicios que aquellos que buscan a nuestros clientes. Eso es bueno para todos y supone un aliciente importante de mejora.

Sin embargo, hablar de algo parecido para las personas se convierte en una herejía. Por el contrario, para mi solo es hipocresía o falta de espiritu de mejora.

Desde que somos pequeños estamos compitiendo y tratando de ser los mejores en algo para conseguir lo que deseamos. En el colegio, en la facultad, cuando buscas pareja, cuando tratas de sacar una plaza para unas oposiciones o conseguir el trabajo de tu vida, cuando sales a vender o el primer día de rebajas. ¿Porqué debería ser diferente cuando estás trabajando? Para mi, eso solo significa que has dejado de evolucionar, lo cual no es bueno para ti, ni para quien te contrata o utiliza tus servicios.

Una cosa está clara, estoy hablando de una competición limpia. No se trata de poner la bota en la cabeza del contrario sino de saber que es lo que nos hace diferentes y más útiles para quienes hacen uso de nuestros servicios.
Siempre aparece la imagen del vendemotos o el trepa, pero esos no necesitan saber lo que es venderse porque llevan años creando una imagen sin contenido, una forma sin fondo. Sin embargo, conozco a muchos profesionales excelentes que han visto pasar las oportunidades delante de sus ojos porque han sido incapaces de hacer marketing de su trabajo.


El marketing personal no es vender una imagen, algo subjetivo sino que se trata de hacer un inventario de nuestras capacidades y comunicarlo a quién interese. Siempre habrá gente que verá en esto una herramienta diabólica, pero serán los mismos que unicamente consideran a Internet como un nido de pervertidos, los videojuegos como un caldo de cultivo de asesinos y un cuchillo de IKEA como un arma mortífera.

Es posible que mejorar cada día o adaptarse a los cambios necesite energía y a veces nos falta. Pero criticar que otros lo hagan, argumentando que es egoista, individualista o atenta contra el compañerismo me parece que además de ser una visión miope, te sitúa fuera de la realidad porque la hipoteca y el colegio de los niños no se pagan solos.

Perdmitidme un juego de palabras. Si un profesional es competente, ¿debería ocultarlo para no ser acusado de competitivo o de competidor desleal? ¿O debería comunicarlo aunque no esté «bien visto» por los burócratas? Francamente, creo que en este caso, como en casi todos, lo politicamente correcto es un error.





Compartir esta publicacion