Contrarréplica

Creo que el debate que estoy manteniendo con Consultor Anonimo es apasionante pero no vais a ver sangre porque reconozco que me encanta su blog y sus opiniones y tengo que reconocer que sus argumentos son bastante sensatos. También reconozco que tengo tendencia a ver algunos aspectos de la consultoría de RRHH en blanco y negro y me cuesta reconocer los matices.

Nunca he sido consultor y cuando digo que vengo del «mundo real» me refiero a que siempre he trabajado con cosas, con objetos que se tocan y se manipulan, que se pueden almacenar y transformar, con contenedores y briks de leche. Las ocasiones en que alguien ha tratado de organizar el trabajo desde supuestos teóricos en las empresas a las que he pertenecido, han sido desastrosas.

Por otra parte, he sido sujeto paciente, sufridor si lo preferís de las políticas de personal de las grandes corporaciones. Aunque nunca me ha afectado una reestructuración, tampoco me han aplicado un programa de coaching, de assessment o de liderazgo. Lo primero suele afectar a de mandos intermedios hacia abajo y lo segundo, de director hacia arriba. Y ese es el problema, los programas «interesantes» de gestión de personas, solos los «catan» las cúpulas directivas. El resto se tiene que conformar con un curso de Excel o unas clases de inglés los viernes por la mañana. ¿O no?

Creo, y posiblemente me equivoque, que las herramientas de consultoría de personas son como las licuadoras o las máquinas de hacer palomitas, es decir, son juguetes que sirven en un momento dado como novedad para la dirección, pero luego quedan arrinconadas ocupando un espacio y con la sensación de haber tirado el dinero.

Yo propongo la vuelta al exprimidor y a la sartén, es decir, creo que hay que reducir la escala en la que se toman las decisiones y volver a hacerlas humanas. A partir de una determinada cantidad de personas la gestión se convierte en estadística y los sentimientos se transforman en modelos matemáticos o de psicología laboral.


Sinceramente pienso que las herramientas de comportamiento organizacional pertenecen a una época en la que se pensaba que la ciencia (y repito que soy científico) lo resolvería todo. Pertenece a un pensamiento mecanicista de las fábricas de Ford o del Huxley de Un mundo Feliz. El pensamiento de este tipo reduce al individuo a un perro de Pavlov que solo babea cuando recibe un salario si sabe tocar la campanilla en un momento determinado.

Creo que hay que liberar al individuo, al profesional, no limitarle a un estereotipo simplemente porque sea más manejable para la empresa. Es hora de fomentar el pensamiento creativo de las personas.

Creo que la aplicación de modelos académicos por muy sesudos que parezcan, lo que hacen es limitar a las personas y eso solo favorece a las empresas en un aspecto, en el control, pero destruye la iniciativa, la creatividad y las relaciones.

¿Estoy atacando a la consultoría o a los consultores? NO, NUNCA. Simplemente creo que se trabaja con modelos equivocados. Si no hay nada mejor, habrá que buscarlos (yo lo estoy intentando) o simplemente decir que en este momento no se puede hacer nada con las herramientas que tenemos. En todo problema existe una oportunidad, creo que es hora de buscarla y aceptar que la Tierra no es el centro del Universo. Doloroso, si, pero al menos estamos más cerca de la verdad.





Compartir esta publicacion