Y dale con el talento

Por una de esas carambolas de la vida, esta mañana he acabado en uno de esos actos que tanto gusta a algunos responsables del ámbito de los recursos humanos (que término tan odioso).
El acto giraba alrededor de la dichosa retención del talento. Salvo alguna excepción, las ponencias han sido todo un recital de la cháchara y las zarandajas de los que se dicen expertos en personas. Ya sabeis, habilidades, competencias, talento, bla, bla, bla. Es decir, nada de nada. El emperador ya no está desnudo, está en carne viva y todos siguen aplaudiendo.
Es sorprendente como todavía, o mejor dicho, como cada vez más ese tipo de cantamañanadas van impregnando el lenguaje de las empresas (que no negocios). Cuanto más nos alejamos del auténtico sentido de las relaciones comerciales, más aparecen este tipo de vendedores de humo. Eso si, muy admirados y con la cartera bien llena gracias a quienes compran esa mercancía hueca porque queda muy bien cuando presentan un megaproyecto en powerpoint a la alta dirección. Proyectos que no duran menos de dos o tres años, con lo cual tienen asegurado un empleo durante bastante más tiempo que el resto de la compañía.
Luego se piden resultados medibles, pero ya me buscarás.
¡Dios mio! ¿Como hemos llegado hasta aquí? ¿Es que nadie se da cuenta de que los negocios son clientes, productos, personas y punto? Esos tres elementos deben ser cuidados hasta la exageración, todo lo demás son estructuras burocráticas que autogeneran trabajo para asegurar su existencia. Hay que mantener la maquinaria en marcha. Ya casi no quedan emprendedores ni empresarios, tan solo gestores que disparan con polvora del rey. He tenido la suerte de conocer a unos cuantos de esos heroes que ponen su dinero para crear un negocio. Y hay algo que todos ellos tienen en común, saben que los negocios son personas y se las trata como a tales, no como conejillos de indias a quienes evaluar, clasificar y compartimentar. Se puede hacer eso con los insectos o con los estilos literarios, pero NUNCA con las personas. A ver si se enteran de una vez.
Parece que al contar esto te conviertes en algo así como en un anarquista cuando quienes están consiguiendo la destrucción de las leyes del mercado son todos estos mercaderes de la nada.
Retener el talento. ¿Pero que les pasa? ¿Porqué se dedican a construir laberintos conceptuales y huecas teorías de gestión cuando la realidad es muy simple? Los profesionales están hasta las narices, lo están pasando francamente mal y en cuanto pueden cogen la puerta y se van. Si aguantan es porque el mercado está muy «malito» y porque a los 40 años eres un cadaver profesional. El grueso de los presupuestos de recursos humanos no van destinados a la gran masa de profesionales que sacan el trabajo y hacen funcionar a las empresas, para ellos como mucho, algún curso de ingles y si se portan bien se les lleva a hacer un poco el ridículo en un entrenamiento al aire libre («Training outdoor» dirian los vendedores de humo).






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