¿En quien confian las personas?

ENRON, Andersen, los líos del BBVA, Opening… Un escándalo tras otro. Las empresas han llegado a hacerse incontrolables. Están fuera de la realidad. Los ojos de los directivos están mirando hacia arriba, hacia los marcadores de las cotizaciones. Si alguna vez miran al suelo, es el del parquet de La Bolsa.
No son negocios, se comportan como pequeños paises.
¿La pequeña tienda de barrio se ha convertido en un hipermercado que cotiza en bolsa. A quien reclamar un problema con el teléfono, el gas o la luz? Olvidate, hay demasiadas capas de seguridad para llegar a alguien verdaderamente operativo.
Ante este panorama, ¿Hay algo que se pueda hacer? Desde luego que si. ¿En quien confian las personas? Pues, es evidente que en otras personas. Los consumidores están hartos de ponerse la gasolina, solucionar sus problemas peleandose con un robot al otro lado del teléfono. Se habla de la personalización («customización» llaman los pedantes) de los productos y servicios. MENTIRA. Todo se hace más y más homogeneo y gris. Las empresas que sean capaces de darse cuenta de esto, tienen un mercado esperando y dispuesto a pagar algo más por poder establecer una relación con una persona y no solo una transacción con un ENTE.



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